Buenas noches, amegos y amegas. Es una fría (POR FIN) noche de Noviembre aquí en Málaga, y faltan escasas 5 semanas para el fin de año. Como persona que trabaja en hostelería en el centro, no hay época del año más horrenda y atroz para existir, este viernes finalmente encienden las luces y comienza el tormento emocional que es trabajar en las festividades.
Esta mañana yendo de camino al trabajo me ha dado por contemplar sobre la felicidad y las metas de uno en la vida, y llevaba un tiempo sin escribir una entrada, así que hoy toca desahogarse.
En verdad me he comprado un par de juegos por las rebajas y la verdad que preferiría echarles un rato antes de tener que irme al sobre, pero bueno uno tiene que dedicar tiempo a la autoreflexión y a otros hobbies más intelectuales como, *reviso el guión* teclear delante del ordenador. Sin más dilación.
Es la felicidad una meta?
La felicidad como concepto es algo intangible, obviamente. Es una sensación que puedes percibir en determinados momentos, y es algo que puedes recordar, añorar o aspirar. La felicidad puede ser espontánea y efímera, pero también puede ser duradera y parte de nuestro día a día. En definitva, es algo que depende fundamentalmente de uno mismo y su percepción de su realidad y su entorno.
Es una definición un poco improvisada y moñas, pero creo que hace su trabajo lo suficientemente bien. Pues bueno, podemos decir que la felicidad es algo a lo que aspirar? Depende. Es decir, imagino que la mayoría de gente prefiere intentar ser feliz a ser miserable, excepto los usuarios de twitter, pero por lo general es algo a lo que todos aspiramos.
Sin embargo es la felicidad una meta en sí, o es producto de nuestro progreso hacia dichas metas y su propio cumplimiento? A mi parecer, la felicidad es algo que damos por sentado, que va intrínsicamente de la mano de gran parte de nuestras acciones, aunque nosotros no lo percibamos como tal. Cuando decides desviarte antes de llegar a casa para pasar por la panadería y comprarte unas napolitanas para merendar, no piensas directamente en tu felicidad como el propósito directo de esta acción. El propósito es comprar algo rico para merendar en vez de comerte esas galletas medio mustias que llevan en tu despensa un par de meses, pero obviamente vas a ser más feliz como consecuencia de dicha acción.
Pensando en un ejemplo menos banal, cuando buscas un trabajo mejor, te mudas a otra ciudad u otro país buscando mejores condiciones de vida, piensas en los beneficios que te va a aportar a corto y largo plazo el tomar estas decisiones: mejor salario, condiciones laborales más dignas, una vivienda mejor, etc... y aunque muchas veces no pensemos directamente en ello, todo coalesce en que vamos a ser más felices.
Entonces es una meta, no?
Sí y no. Pensar en la felicidad como una meta es algo frío, y aunque llevo todo este rato hablando de la felicidad como producto de nuestras aspiraciones, no es toda la historia. La felicidad también es algo que puede estar presente en sucesos aleatorios/inesperados del día a día, como cuando te encuentras un euro tirado en el suelo o el ascensor esta ahí esperándote cuando llegas a tu bloque. Obviamente no aspiras a encontrarte un euro en el suelo, para eso seamos más ambiciosos y aspira a encontrarte un billete de 500, pero igualmente a todo el mundo le hace feliz encontrarse dinero tirado por la calle.
Asomarte a la ventana y ver un cielo muy pintoresco te puede hacer feliz, encontrarte con un antiguo profesor por la calle y que no te reconozca te puede hacer feliz, que una quedada con unos colegas que iba a ser un coñazo al final se cancele también te puede alegrar lo que queda de semana. A esto es lo que me refería con que la felicidad es algo espontáneo, porque muchas veces no es algo que dependa enteramente de nosotros... o sí?
Todo esto para decir que...
Fundamentalmente, la felicidad es algo que sí que depende de nosotros, o más bien de nuestra percepción. Las cosas que te hacían felices cuando eras un moco no tienen nada que ver con las cosas que te hacen felices ahora, ni experimentabas la felicidad de la misma forma. Nuestras experiencas, nuestro estado anímico, nuestro entorno y nuestra relación con estos y muchos más elementos son los que dan forma a nuestra percepción de la felicidad.
Aún siendo esto cierto, ayuda mucho que tengamos en cuenta y pensemos directamente en nuestra felicidad en nuestro día a día, en vez de relegarla a un segundo plano y ver cómo aparece espontáneamente como consecuencia de nuestras acciones. Todos nos beneficiaríamos más de tenerla más presente a la hora de actuar y de tomar cualquier decisión, porque aunque no sea la meta en sí, todos deberíamos aspirar a ser felices la mayor cantidad de tiempo posible en nuestras vidas.
A todo esto, gente, son unas puñeteras luces. Bombillas que parpadean. Las ponen TODOS los años, van estar ahí durante un mes entero, no hay que matarse para ver L U C E S. Hostia, es que todos los años la misma mierda, el centro que no cabe un alfiler y nosotros echando 9h currando cada día solo porque queréis ver unas luces parpadeando. Todos tenemos de esas en nuestra casa, mira al techo y dale al interruptor de la luz al ritmo de la macarena o lo que se te cante. Yo si que voy a ser increíblemente miserable durante un mes.
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